Sobre la triestamentalidad
Columna publicada en http://www.academicosudec.cl/?page_id=1525
Desde la fundación (o
re-fundación) de nuestra Asociación en el año 2011 uno de los pilares
fundamentales de discusión y propuestas ha sido el tema de la participación, la
democracia universitaria y la triestamentalidad. Todos estos conceptos asociados
indisolublemente con la necesidad de completa transparencia en la gestión
universitaria a todos sus niveles.
Hemos reafirmado y creemos
en el rol público de la Universidad de Concepción (refrendado en la ley 6755
del 1940 que explicita que todos los funcionarios de la UdeC deben ser
reconocidos en los “beneficios que otorga la Caja Nacional de Empleados
Públicos y Periodistas”) y tenemos la convicción
de que ese fin público no se contrapone al carácter de corporación de derecho
privado con que la institución fue creada de manera (casi) obligada, dadas las
circunstancias de la época. Defendemos el derecho de esta universidad a recibir
aportes significativos desde el Estado dada su historia, importancia
territorial, formación de profesionales altamente capacitados, calidad de la
investigación realizada, su aporte al país y, por sobre todo, la situación
socioeconómica del alumnado que pasa por nuestras aulas.
Sin embargo, tenemos
la certeza que estos derechos deben ir aparejados de deberes que las
universidades públicas deben cumplir, ya sean éstas propiedad del Estado o la
comunidad. Uno de estos deberes primordiales es asegurar un funcionamiento
plenamente democrático con participación de todos los estamentos, en donde el
recambio de autoridades y la contraposición de ideas sea
la norma que rija el devenir del gobierno universitario. En ese sentido, la
práctica democrática triestamental permitirá la adecuación de la estructura
universitaria a un funcionamiento orgánico que se ajuste y adapte a los
requerimientos de la sociedad en su conjunto.
La participación de
los estamentos que actualmente no figuran en la toma de decisiones será
fundamental, no tan solo para restaurar la dignidad que se merece todo
trabajador y estudiante, si no que para asegurar una dinámica de recambio de
autoridades y de evaluación de las políticas universitarias que se ejecutan,
resguardando que éstas estén en sintonía con las necesidades de la comunidad
regional y nacional. Confiamos en la fuerza movilizadora de los estudiantes y
en la visión integradora y responsable de los trabajadores y trabajadoras
universitarios, condiciones que permitirán lograr los objetivos que en conjunto
debemos definir para la universidad que queremos a futuro.
Esta visión parte de
la base de considerar con igualdad a todos los
trabajadores universitarios, ya sean docentes o no docentes. Creemos que debe
existir equidad en las políticas de salarios y carrera funcionaria,
resguardando la correcta retribución en relación a los años de servicio y la
labor desempeñada. Esta posición podría ser reafirmada y tener relevancia si es
que los trabajadores no docentes tienen una adecuada representación porcentual
en un gobierno triestamental. Sabemos que actualmente existe desconfianza y
temor en un porcentaje importante de trabajadores, en cuanto a manifestar
discrepancias con las autoridades que son también académicos. Por esto es que buena
parte de nuestros esfuerzos han estado puestos en construir confianzas con los
demás trabajadores y estudiantes, siendo la base de esta confianza el apoyo a
las demandas triestamentales que se ve reflejado en nuestra adhesión al petitorio
de negociación colectiva de los sindicatos 1 y 3 y al continuo esfuerzo en la generación
de instancias triestamentales.
Por otro lado, no
todos los docentes participan actualmente en las votaciones de autoridades.
Existe un número importante, y en crecimiento, de docentes contratados en
condiciones de profesores que trabajan a honorarios o bajo la modalidad de
contrato a plazo fijo. Aunque nuestra premisa es que estos docentes deben pasar
a la planta indefinida y gozar de todos los
resguardos y beneficios que ello implica, tenemos conciencia que es una
realidad que está lejos de desaparecer dada la creciente necesidad de impartir
docencia a un número creciente de estudiantes en carreras competitivas en el
mercado (algunas carreras aumentan su demanda y otras tienden a desaparecer por
bajas postulaciones dada la des-regulación neoliberal). Ante ese escenario, un
gesto hacia la democracia sería permitir que estos docentes pudiesen participar
en las votaciones de autoridades y en la toma de decisiones en sus respectivos
departamentos, facultades o escuelas.
Otra cuestión
importante tiene que ver con el sentido de reparación histórica que tendría la
concreción de un gobierno triestamental. El proceso de reforma universitaria de
los años 60-70, que se cristalizó en el cogobierno universitario, la reforma de
estatutos y cambios en la estructura académica (institutos centrales y universidad
científica no profesionalizante) fue interrumpido por el golpe militar y la contra-reforma,
heredando los actuales estatutos y estructura. Al igual que lo que ocurre con la
constitución, no se ha revisado seriamente la pertinencia de los estatutos de
la corporación, en pos de permitir la participación triestamental. En este
aspecto, hemos discutido sobre la estructura orgánica de la corporación y se ha
planteado que la posición de la rectoría presidiendo el consejo académico, el directorio
y la junta de socios no asegura la toma de decisiones autónomas por parte de
los órganos que dirigen el actuar y destino de la corporación. Sería saludable
entonces plantear una discusión abierta sobre este tema, para convivir en
acuerdo con el deber ser de una
institución moderna, transversal y democrática.
Por estos motivos (y
probablemente otros), la generación de fuerza mancomunada entre trabajadores y
estudiantes para abrir caminos que permitan la triestamentalidad es de vital
importancia. En el actual escenario, se hace urgente sensibilizar a la
comunidad universitaria utilizando las herramientas de la discusión franca y
abierta, con tal de definir y concretar la universidad y sociedad que queremos
para todas y todos.
Marcelo González
Ortiz
Presidente
Asociación de Académicos y Académicas
Enrique Molina
Garmendia - UdeC
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