Medioambientales y expertos
Por años se ha debido discutir sobre la forma en que se genera la energía necesaria en Chile, por años se debería haber tomado en cuenta la opinión de los expertos en la materia para diseñar (con tiempo) un modelo de energía sustentable y acorde con los avances científicos y bioéticos del siglo en curso.
Pero como suele pasar en este medieval país, tanto en este como en otros temas, no se toma para nada en cuenta la opinión de los expertos que se han formado tanto en Chile como en el extranjero y que publican periodicamente en revistas internacionales de la especialidad que les compete. Porque hay que decir, aunque sorprenda, que en Chile existen científicos de connotada trayectoria, reconocidos y que muchas veces son consultores de instituciones gubernamentales o privadas en el extranjeros, además de ser invitados a dictar cátedras en Universidades del primer mundo. Pero de repente surge un conflicto como el actual, donde nadie tiene idea de que mierda se trata la cuestión, nadie sabe qué cresta es un megawatt, ni como se producen, ni de donde salen los que usamos ahora, ni como se reparten...nada, nadie sabe nada y paf!....un grupo de empleados del gobierno votan y aprueban una mega obra sin haber consultado la opinión ni de los científicos chilenos, ni de alguno extranjero (al menos, nada de eso se ha mostrado).
Entonces, tenemos una determinación netamente técnica y científica tomada por un grupo de personas donde (oh, sorpresa!), no hay ningún científico (entiéndase por científico un profesional, investigador especializado en la materia y que ha publicado en revistas de la especialidad durante el último par de años). Eso no es de sorprender en este país tan especial, porque ni siquiera en la determinación del dinero que se destina a ciencia y tecnología se invita a participar a los científicos, quienes debieran tener una opinión de peso al momento de tomar decisiones al respecto. Pasa en el servicio nacional de pesca, por ejemplo, donde la cuota de captura se vota entre los involucrados en los procesos de extracción (las grandes factorías) sin tomar en cuenta la opinión de un ecólogo galardonado con el premio nacional de ciencias aplicadas (ni si quiera a esos se los pescan). El resultado, captura indiscriminada, deblacle del fondo marino, escasez de recursos que afectan al trabajador que vive del sustento diario o de la pega en la procesadora.
De esta manera, por estar inmerso en una vorágine de consumismo indiscriminado en donde el modelo platea que hay que consumir a más no poder mientras se pueda, porque después se nos va a cortar la luz (súmele a eso que le pueden cortar el agua también), porque no hay otra manera (de llenarle los bolsillos rápido en 4 años a los poderosos), porque no interesa saber que hay otra manera de hacer las cosas porque de la manera más fácil se gana mas plata, que importan los que vienen después, o las otras especies...de esta manera, llevamos todo un ecosistema al sumidero. Y dentro del ecosistema, estamos nosotros, la nación con nuestra cultura ancestral, no solamente el ecosistema como especies animales y vegetales, sino incluyéndonos dentro de la fauna planetaria.
Apelando a lo humano y lo divino, nuestros alegatos deberían haber sido igual de fuertes cuando Ralco inundó terreno sagrado mapuche (un cementerio, entre otras cosas), deberían tener la misma fuerza cuando se tortura y encarcela a compatriotas de manera injusta...compatriotas que están dispuestos a morir por la causa que defienden. Sociológicamente llama la atención que la defensa de un lugar prístino conmueva tantas conciencias que, adormecidas antes, toman banderas de lucha por la preservación de un lugar que quizás nunca conozcan. De ninguna manera podría criticar una causa como esa de la cual también me hago parte, pero deberíamos preguntarnos por la proporción de las reacciones humanas cuando se violenta la vida de un compatriota inocente en comparación a la violencia ejercida contra un entorno natural.
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