El papel de la arrogancia en la respuesta de las naciones al COVID-19

Columna de Martha Lincoln

Traducido por Marcelo González (de Nature 585, 325 (2020) doi: 10.1038/d41586-020-02596-8)


Como antropóloga que ha estudiado los brotes de enfermedades en Vietnam, me ha conmovido el contraste entre la experiencia del COVID-19 allí y en los Estados Unidos. A finales de abril, mis amigos de Hanói publicaban fotografías de celebraciones y anunciaban con alegría "¡Se acabó el distanciamiento social!" Me alivia que las tasas de infección en Vietnam sigan siendo bajas, pero sus publicaciones parecen provenir de un universo paralelo, ya que yo, mi familia y amigos en los Estados Unidos seguimos a resguardo.

El año pasado, Estados Unidos fue considerado uno de los países mejor equipados para enfrentar un virus como el SARS-CoV-2. Otros países considerados en esta lista fueron el Reino Unido, Brasil y Chile, naciones clasificadas por el índice global de seguridad sanitaria como las más preparadas del mundo. Sin embargo, desde que comenzó la pandemia, estos países han tenido algunos de los peores resultados. Estados Unidos lidera el mundo tanto en casos totales como en muertes totales, Brasil está en segundo lugar de muertes totales. La tasa acumulada de casos per cápita de Chile es la segunda más alta de América Latina, y el Reino Unido tiene la tasa más alta de muertes por COVID-19 per cápita de todos los países del G7. ¿Qué podría explicar estos asombrosos fracasos?

Una cosa que estos países tienen en común es el "excepcionalismo", una visión de sí mismos con valores atípicos, de alguna manera distintos de otras naciones. Sus respuestas al COVID-19 sugieren que las visiones del mundo excepcionalista pueden asociarse con peores resultados de salud pública. La investigación de esta asociación podría ayudar a redefinir la preparación y permitir la predicción más precisa de los éxitos y fracasos ante una pandemia.

La decisión del Reino Unido de abandonar la Unión Europea es una prueba reciente de que el país, o una gran parte de él, quiere seguir solo. En los primeros meses de la pandemia, el primer ministro Boris Johnson ignoró el consejo de no saludar de mano y el gobierno incluso consideró permitir que el virus se propagara en busca de inmunidad colectiva. Estas acciones transmitieron arrogancia sobre la capacidad del país para resistir una crisis de salud pública.

En los Estados Unidos, la Casa Blanca ha proyectado visiones del mundo excepcionalistas de muchas maneras, incluso retirándose de la Organización Mundial de la Salud y afirmando que el virus desaparecería "como un milagro". El exceso de confianza en la capacidad de la nación para responder al COVID-19 se ve en todos los niveles de la sociedad, desde recortes en programas de preparación para una pandemia hasta personas que se niegan a usar mascarillas en público.

El líder populista de Brasil, Jair Bolsonaro, sugirió en marzo que los brasileños eran lo suficientemente fuertes para sobrevivir a la infección, por lo que no eran necesarias precauciones obligatorias. Una respuesta nacional caótica permitió que floreciera la epidemia. Se ha invocado el excepcionalismo chileno para describir a las instituciones democráticas estables del país, el poder judicial competente y la próspera economía de libre mercado, pero las infecciones por COVID-19 aumentaron después de llegar a la población de bajos ingresos. Aunque Chile tiene un sistema de salud robusto, sus resultados epidemiológicos revelan niveles preocupantes de inequidad. La imagen auto-halagadora del país podría haber hecho que sus líderes subestimaran su vulnerabilidad al virus.

La pandemia proporciona un experimento natural sobre los efectos de la arrogancia en la salud pública. Una forma de que los y las investigadoras/es midan y comparen las visiones del mundo excepcionalistas podría ser estudiar las actitudes del público mediante encuestas y entrevistas. El excepcionalismo también podría identificarse en lo que los líderes de un país dicen al público: ¿sus mensajes enfatizan las cualidades especiales del país o la pertenencia del país a la comunidad internacional? Las investigaciones también podrían examinar las respuestas a una pandemia, asumiendo que los países excepcionalistas tendrán menos probabilidades de aprender de otras naciones. Sin embargo, más evidencia podría provenir del análisis de los medios: ¿las noticias describen la experiencia de un país como única o establecen paralelismos con experiencias en otros lugares? Dicho trabajo podría explorar si el excepcionalismo predice un peor desempeño en el control de enfermedades. En lugar de confiar en suposiciones no probadas sobre la preparación, como lo hicieron con las clasificaciones del índice global de seguridad sanitaria, los y las investigadoras/es podrían considerar parámetros reales.

El análisis necesitaría considerar una variedad de posibles factores que determinen los resultados de una pandemia, para protegerse contra falacias por sesgo se selección “a la medida” (cherry-picking). Sin embargo, se podrían extraer lecciones de historias de éxito poco estudiadas. El índice global de seguridad sanitaria del año pasado calificó a Vietnam en el lugar 50 de 195 países, sin embargo, al 6 de septiembre, el número de muertos por COVID-19 del país era de solo 35. Un análisis de las respuestas de COVID-19 de 36 países, publicado el mes pasado por “FP Group”, una organización de noticias con sede en Washington DC, calificó a Senegal (otro país de ingresos medianos-bajos) en el segundo lugar en ranking de respuesta a COVID-19, mientras Estados Unidos ocupó el puesto 31.

Vietnam nunca supuso que tendría una protección especial contra las enfermedades. Sus líderes no tomaron riesgos para responder ante los informes de una neumonía extraña en Wuhan, China, y actuaron con decisión para poner en cuarentena, probar y rastrear los contactos de los primeros casos. Otras naciones que superaron las expectativas en respuesta a una pandemia incluyen a Cuba y Tailandia, que, al 2 de septiembre, habían limitado las muertes a dos dígitos.

En el mito griego, la arrogancia es castigada por la diosa Némesis; en el control de enfermedades, una visión de mundo arrogante corre el riesgo de convertirse en una némesis particularmente vengativa. El exceso de confianza en las condiciones especiales de un país ha llevado a la falta de preparación, ha impedido la colaboración con las agencias de salud mundiales y ha limitado las oportunidades de aprender de la experiencia de otros países. Al identificar una variable que falta en la preparación para una pandemia (la forma en que las naciones se ven a sí mismas), los y las académica/os podrían ayudar a desarrollar métricas más precisas para la preparación nacional en el combate de enfermedades.


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